**capítulo 1: el calor del temascal**
sofía y lucía, dos amigas tan unidas que se llaman "hermanas de alma", siempre han tenido una conexión que roza lo prohibido. ambas son lesbianas, pero jamás han cruzado esa línea; hay un código tácito entre ellas, una barrera que ninguna se atreve a romper. sofía, con su piel canela y cabello negro azabache que le cae en ondas desordenadas hasta la cintura, tiene una vibra intensa, ojos oscuros que parecen perforar el alma. lucía, más suave, con piel pálida y pecas salpicadas por los hombros, lleva el cabello corto, teñido de un rojo ardiente, y una sonrisa que desarma. son opuestos perfectos, pero esa tensión siempre ha estado ahí, latente, como un cable eléctrico esperando una chispa.
están de road trip por méxico, buscando desconectar del mundo. después de horas manejando bajo el sol abrasador, deciden parar en veracruz. el aire salado del golfo se pega a su piel mientras encuentran un pequeño hostal rústico en las afueras de una playa desierta. ahí, una mujer mayor, con la piel curtida por el sol y un acento cálido, las invita a un temascal esa noche. “es purificación, mijas, les va a renovar el espíritu”, dice con una sonrisa enigmática. ellas, curiosas y agotadas, aceptan sin pensarlo mucho.
el temascal es una cabaña de adobe, oscura y húmeda, con un olor denso a hierbas quemadas y tierra mojada. entran con nada más que unas toallas ligeras alrededor del cuerpo, el calor golpea como un puñetazo. el sudor empieza a correrles por la piel casi al instante, gotas resbalando por el cuello de sofía, deslizándose entre sus pechos pequeños pero firmes, mientras lucía siente cómo su respiración se vuelve pesada, su pecho subiendo y bajando con cada inhalación ardiente. están sentadas cerca, demasiado cerca; sus muslos casi se rozan en el espacio reducido. la tensión es palpable, pero ninguna dice nada.
la mujer que las guíe les pasa un cuenco con algo que huele amargo y terroso. “esto abre la mente”, murmura. es alguna mezcla de hongos locales, y aunque dudan por un segundo, la curiosidad y el ambiente hipnótico las convencen. lo toman. el sabor es asqueroso, como lamer musgo podrido, pero pronto sienten cómo sus cuerpos se relajan, cómo el mundo empieza a girar más lento. el calor del temascal se vuelve casi erótico, una caricia invisible que recorre cada rincón de su piel expuesta. cierran los ojos, y la realidad se deshace.
**el sueño de sofía**
en su visión, sofía está desnuda frente a un lago negro como tinta, el agua reflejando un cielo sin estrellas. su cuerpo brilla bajo una luz inexistente, cada curva de sus caderas y cada marca en su piel expuesta al aire fresco. frente a ella aparece una copia exacta de sí misma, también desnuda, con una mirada penetrante. “¿por qué no estás con lucía?”, le pregunta su reflejo, la voz resonando como si viniera de debajo del agua. sofía siente un nudo en el estómago, pero responde con crudeza: “la quiero, ¿sabes? pero no así. soy lesbiana, sí, pero necesito a alguien más alta, alguien que me domine con solo mirarme. y… joder, me encantaría que me gustaran los hombres. amo sentir un pene dentro de mí, duro, llenándome hasta que no pueda más”. su voz tiembla al confesarlo, mientras su reflejo la observa sin juzgar. el aire se vuelve denso, y su piel se eriza como si alguien invisible la tocara.
**el sueño de lucía**
lucía, por otro lado, se ve en un bosque espeso, desnuda también, sus pies descalzos sobre musgo húmedo. el aire huele a lluvia y deseo. frente a ella, su doble aparece, idéntica hasta en las pecas que salpican sus pechos pequeños. “¿por qué no le dices a sofía lo que sientes?”, pregunta su reflejo con un tono acusador. lucía baja la mirada, vulnerable, sus manos instintivamente cubriendo su pecho. “la amo. siempre la he amado. pero no soy suficiente. quisiera tener tetas más grandes, algo que ella desee tocar, algo que la haga quedarse conmigo”. su voz se quiebra, pero su reflejo ríe suavemente. “las tetas son tu deseo, no el de ella. ¿qué estás dispuesta a sacrificar por amor? ¿dejarías de ser mujer para estar con ella? ¿renunciarías a lo que te hace femenina?”. lucía siente un escalofrío recorrer su columna, sus pezones endureciéndose por el aire frío y la intensidad de la pregunta. duda, su corazón latiendo como tambor en su pecho. finalmente, con un hilo de voz, susurra: “sí. lo haría”.
**capítulo 2: el reflejo del deseo**
el mundo onírico de sofía y lucía se desmorona como vidrio roto. ambas abren los ojos en el temascal, jadeando, el calor pegajoso todavía envolviendo sus cuerpos sudorosos. el viaje alucinógeno pareció durar horas, un abismo de confesiones y anhelos, pero al mirar el reloj de pulsera de la guía, solo han pasado 15 minutos. sus miradas se cruzan por un instante, cargadas de algo nuevo, algo peligroso. no dicen nada. el silencio quema más que el vapor.
al salir del temascal, descubren que sus ropas han desaparecido, robadas o perdidas, quién sabe. la mujer mayor les presta unos vestidos ligeros y unos tacones desgastados que no combinan para nada con el ambiente rústico. sofía, con un vestido negro ajustado que apenas cubre sus muslos, camina con pasos inseguros en los tacones, su cabello aún húmedo pegándose a su espalda. lucía, en un vestido rojo que resalta sus pecas, tropieza cada dos pasos, riendo nerviosa. el camino de regreso al hostal es corto pero tenso; sienten las miradas de los lugareños y el roce del tejido barato contra su piel sensibilizada por el calor y las drogas.
llegan a su habitación agotadas, los cuerpos pesados pero vibrando con una energía extraña. deciden bañarse juntas para quitarse el sudor y la tierra del temascal. no es la primera vez que comparten una ducha; han sido “hermanas” por años, pero esta vez el aire está cargado, eléctrico. el baño del hostal es pequeño, con un espejo gigante que cubre una pared entera y una regadera vieja que escupe agua tibia. se desnudan sin mirarse directamente, pero la tensión es un puñal.
lucía, con el corazón latiendo en la garganta, da un paso que nunca se atrevió antes. bajo el chorro de agua, con las gotas resbalando por su piel pálida, se acerca a sofía y la besa. es un beso hambriento, desesperado, labios chocando con fuerza mientras el agua caliente cae sobre ellas. una de sus manos se desliza entre las piernas de sofía, dedos explorando con urgencia la calidez húmeda de su vagina, mientras la otra mano aprieta uno de sus pechos pequeños, sintiendo el pezón endurecerse bajo su palma. sofía responde al principio, su cuerpo traicionándola con un gemido bajo, sus caderas moviéndose instintivamente contra los dedos de lucía. pero entonces, como si despertara de un trance, la empuja con fuerza. “¡eres mi hermana!”, grita, su voz quebrándose de rabia y confusión. intenta salir del baño, pero al girarse, el espejo gigante refleja algo que la detiene en seco.
su piel canela se ha vuelto pálida, casi traslúcida bajo la luz tenue. lucía, con los ojos desorbitados, grita: “¿sofía, estás bien?”. pero ninguna está bien. algo imposible está ocurriendo. los pechos de sofía empiezan a crecer ante sus ojos, hinchándose en formas perfectas, como dos grandes gotas de agua postizas, los pezones duros como piedras, sobresaliendo obscenamente. lucía, por su parte, siente un cambio brutal. siempre midieron lo mismo, 1.60 metros, pero ahora lucía es más alta, al menos 10 o 15 centímetros más, dominando a sofía con su nueva estatura. un dolor agudo surge desde su interior, un ardor insoportable entre sus piernas. una bolsa de piel emerge de su vagina, y dos testículos enormes, pesados, caen dentro, balanceándose con cada movimiento. luego, donde estaba su clítoris, un pene grueso y largo, de al menos 20 centímetros, crece hacia arriba, duro y pulsante, desplazando todo lo que antes definía su feminidad.
sofía, mientras tanto, observa cómo sus propios pechos, antes pequeños, crecen también, pero los suyos son naturales, redondos y llenos, balanceándose con cada respiración temblorosa. su cabello largo se extiende aún más, llegando hasta sus nalgas en ondas oscuras y brillantes. todo el vello que siempre llevó con orgullo como parte de su identidad lésbica desaparece, dejando una vagina diminuta y perfectamente lisa a la vista.
antes de que puedan procesar lo que sucede, el vapor de la regadera se arremolina y forma una figura. una mujer emerge, una mezcla perfecta de ambas: la piel canela de sofía, las pecas y el cabello rojo de lucía, curvas imposibles y una presencia que irradia deseo puro. su voz resuena como un eco seductor: “el deseo de ambas se ha cumplido. a ti, sofía, ahora te atraen los hombres. y tú, lucía, ahora eres uno, listo para poseer al amor de tu vida”.
**capítulo 3: la primera vez**
lucía, ahora con un cuerpo más grande, menos curvilíneo pero aún con trazos femeninos, se acerca a sofía, quien sigue en shock, sus ojos abiertos de par en par. aunque las curvas de lucía han disminuido, sus caderas aún tienen un leve contorno, y sus glúteos, antes redondos, ahora son más planos pero firmes. una manzana de adán sobresale de su cuello, y su voz, antes dulce y aguda, ahora resuena grave, con un tono que mezcla masculinidad y un deje afeminado. “¿estás bien?”, murmura sofía, su voz temblorosa, mientras sus dedos rozan una cicatriz de implantes en los pezones de lucía, aún prominentes a pesar de los cambios. “al parecer tengo tetas grandes”, responde lucía con una risa nerviosa, su nueva voz profunda contrastando con la memoria de la niña que fue. su cabello rojo, crecido hasta debajo de los hombros, brilla bajo la luz tenue, un vestigio de quien solía ser.
salen del baño al cuarto, pero ya no están en el hostal cutre de veracruz. se encuentran en una suite lujosa, con ventanales que muestran un horizonte imposible. en una esquina hay un vestido de novia y un traje sastre negro con falda, rodeados de ropa sucia esparcida como si llevaran días ahí. abren sus maletas y todo es diferente: lucía busca un vestido, pero ninguno le queda; en cambio, hay playeras escotadas con lacitos y jeans ajustados junto a botas robustas, nada de tacones o tenis rosas. la realidad se retuerce en su mente: ahora es un hombre trans, y lo comprende con una claridad abrumadora. sofía, aún aturdida, no puede apartar la mirada del enorme pene de lucía, grueso y prominente, colgando entre sus piernas como una presencia inescapable.
entonces, un golpe de recuerdos las sacude como un relámpago. imágenes de primaria: lucía era luis, un niño que le pedía prestados los uniformes de niña a sofía para sentirse más ella. sofía, criada por una madre que insistía en que sería lesbiana, siempre sintió atracción por los hombres, pero se conformaba con su identidad. la madre de sofía sabía que luis era trans y empezó a llamarle lucía, apoyándola. en secundaria, cuando lucía dejó crecer su cabello y comenzó a maquillarse y tomar hormonas, se hicieron novias. las hormonas evitaron el vello corporal, pero ese pene enorme creció desde la pubertad, imponente y siempre presente. se prometieron estar juntas para siempre, aunque sofía, deseosa de experimentar el sexo, temía que ese tamaño la destrozara. la sofía de antes no era virgen, pero esta nueva versión lo es; su vagina, ahora más pequeña y apretada que hace cinco minutos, parece frágil ante lo que está por venir.
sus miradas se cruzan, cargadas de historia y deseo reprimido. desnudas, se acercan y comienzan a besarse en la cama king size de la suite. los labios de sofía son suaves pero urgentes contra los de lucía, mientras sus enormes pechos se rozan, los pezones endurecidos chocando con una electricidad que las hace jadear. el calor entre ellas crece, piel contra piel, mientras lucía siente algo nuevo y abrumador: su primera erección. ese pene de 20 centímetros, grueso como una lata, se endurece con una fuerza animal, pulsando con cada latido de su corazón. la sensación es intensa, casi dolorosa, pero también embriagadora; por primera vez, siente el poder de su cuerpo masculino, el deseo crudo de poseer.
sofía, temblando, se recuesta boca arriba, sus piernas separándose lentamente mientras el miedo y la curiosidad pelean dentro de ella. “ve despacio”, susurra, su voz quebrándose. lucía asiente, posicionándose entre sus muslos, el glande de su pene rozando la entrada diminuta de sofía. la humedad ya está ahí, cálida y resbaladiza, fluidos de excitación mezclados con la tensión nerviosa que hace que el cuerpo de sofía tiemble. lucía empuja suavemente al principio, pero incluso eso es demasiado; sofía suelta un gemido agudo, mezcla de dolor y sorpresa, mientras siente cómo la estiran más allá de lo imaginable. “PUTA MADRE, duele”, gruño, agarrando las sábanas con fuerza, pero no le dice que pare. quiere esto, necesita esto, aunque cada centímetro que entra le quema como si la partieran en dos. una pequeña cantidad de sangre aparece, prueba de su virginidad renovada, mezclándose con la humedad que envuelve el pene de lucía.
para lucía, la sensación es indescriptible. la vagina de sofía está tan apretada que casi duele, pero el calor húmedo, pegajoso, lo envuelve como un guante perfecto. cada movimiento lento es una explosión de placer que sube por su columna; nunca había sentido algo así, una urgencia primal que la hace querer embestir más fuerte, más profundo. pero ve el dolor en los ojos de sofía, las lágrimas asomando, y se contiene, murmurando “lo siento, amor” con esa voz grave que aún suena extraña a sus propios oídos. emocionalmente, está eufórica pero asustada; ama a sofía tanto que teme lastimarla, aunque su cuerpo grita por liberarse.
sofía, entre jadeos, empieza a adaptarse al tamaño, el dolor disminuyendo lentamente mientras un placer extraño comienza a crecer. siente cada vena del pene de lucía dentro de ella, llenándola hasta un punto que no sabía posible, mientras su mente lucha entre el miedo y la euforia de estar finalmente con quien ama de esta manera. “sigue… no pares”, susurra, aferrándose a los hombros ahora más anchos de lucía. cada embestida se vuelve más fácil, aunque aún hay un filo de incomodidad; emocionalmente, se siente vulnerable pero completa, conectada a lucía como nunca antes.
lucía acelera, incapaz de contenerse más, el placer construyéndose como una tormenta. sus testículos enormes, pesados, golpean contra sofía con cada movimiento, llenos hasta reventar. cuando llega al clímax, es como una erupción: un torrente de semen caliente inunda el interior de sofía, tanto que no hay espacio para contenerlo. sigue saliendo a presión, incluso con el pene todavía dentro, goteando por los muslos de sofía mientras ella gime, sorprendida por la sensación cálida y abrumadora que la llena por completo. para lucía, el orgasmo es catártico, una liberación física y emocional que la deja temblando, sintiendo que finalmente es quien debe ser para amar a sofía. para sofía, esa plenitud líquida dentro de ella es extraña pero adictiva, mezclada con un leve dolor residual; emocionalmente, se siente suya, marcada por alguien que ama, aunque su cuerpo virgen aún protesta por la intensidad.
se quedan así, jadeando, pegados por sudor y fluidos, mientras el mundo parece detenerse a su alrededor.
**capítulo 4: el deseo final**
sofía y lucía, atrapados en una vorágine de lujuria, pasan dos días enteros encerrados en la suite, explorando cada rincón de sus cuerpos transformados. el sexo es constante, salvaje, un ciclo de dolor y placer que los consume. cuando finalmente deciden salir a la playa, ambos en bikini, el aire fresco choca contra su piel sensible. sofía luce un bikini negro que apenas contiene sus pechos enormes, mientras lucía, con un top ajustado y un bottom que no puede ocultar su enorme pene, atrae miradas de desprecio y curiosidad malsana de los bañistas. el bulto prominente se escapa por el borde del tejido, y las miradas de juicio pesan como piedras. incómodos, deciden escapar de la playa y buscar el temascal en el hostal donde todo comenzó.
lo encuentran, junto al chamán, un hombre de rostro curtido y ojos penetrantes que parece saberlo todo. “ohh, ambas regresaron. ¿cómo está su revelación astral? ¿es lo que esperaban?”, pregunta con una sonrisa sabia. “sí y no”, responden al unísono, sus voces mezclando cansancio y anhelo. sofía habla primero: “me encanta que lucía sea hombre y femenina a la vez, pero mi nueva vagina siente mucho dolor al inicio”. lucía asiente y añade: “me encantan mis nuevos senos enormes y todo, pero en esta realidad no tengo nada de ropa femenina, ni vestidos ni tacones”. el chamán la interrumpe con una risa suave mientras el vapor llena el temascal: “pero claro, mi niña, en esta realidad no hay ropa que te quede. si pudieran cambiar algo de lo que desearon, ¿qué sería?”.
sofía, mientras el vapor calienta su piel, responde sin dudar: “no sentir dolor con su penetración. quiero tener la vagina como era antes, donde cabía incluso una botella de vino sin dolor alguno”. lucía, con una mirada intensa hacia sofía, dice: “me gustaría ser el hombre que siempre soñó sofía, aunque pierda mi feminidad. quiero ser el amor de su vida”. el chamán les ofrece otra dosis de la droga amarga, y la toman sin dudar, el sabor quemando sus gargantas mientras el mundo se disuelve de nuevo.
desnudas, regresan al bosque onírico, sus formas originales expuestas bajo un cielo tormentoso. frente a ellas aparece la mujer del vapor, una mezcla etérea de ambas, su voz resonando como un eco seductor: “normalmente no concedo dos deseos, pero su anhelo se siente tan puro que lo haré realidad”.
el cambio final comienza con lucía. su cuerpo empieza a transformarse con una intensidad casi violenta. crece hasta 1.85 metros, una figura imponente con espalda ancha que proyecta fuerza sin necesidad de músculos exagerados; solo una solidez natural, como un roble. sus caderas se estrechan por completo, perdiendo toda curva femenina, mientras un vello oscuro y rizado brota por todo su cuerpo: pecho, brazos, piernas, incluso una sombra áspera en su mandíbula. su pene, ya enorme, parece aún más prominente ahora, pulsando con una energía cruda, listo para reclamar. sus pechos desaparecen por completo, reemplazados por un torso plano y firme. lucía ya no existe; ahora es luis, el hombre que siempre estuvo enterrado bajo capas de deseo y duda.
sofía también cambia, pero de manera más sutil. su piel canela se aclara, tomando el tono pálido y pecoso que antes tenía lucía, como si intercambiaran esencias. crece apenas hasta 1.65 metros, más delgada pero con pechos aún más grandes, redondos y naturales, desafiando la gravedad. su vagina se transforma internamente, volviendo a su capacidad anterior, amplia y resistente, lista para recibir sin dolor. sus ojos brillan con una mezcla de asombro y deseo al ver a luis frente a ella.
los recuerdos las inundan otra vez, reescribiendo su historia. siempre fueron sofía y luis, amigos desde niños, amantes desde adolescentes. él, un hombre trans que luchó por ser quien es; ella, una mujer atraída por los hombres desde siempre, encontrando en luis al amor perfecto. despiertan en la suite del hotel, desnudos, los cuerpos frescos de transformación listos para consumarse una vez más. luis se acerca a sofía con una confianza nueva, su mano callosa rozando su cintura mientras la besa con hambre. ella responde, sintiendo que encajan como nunca antes, su cuerpo preparado para él sin temor al dolor. caen en la cama, entrelazados, sabiendo que esto es solo el inicio.
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meses pasan en un frenesí de sexo constante, casi obsesivo. cada hora libre es una oportunidad para explorarse; luis embiste con una fuerza contenida pero implacable, mientras sofía recibe cada encuentro con una pasión que no conoce límites. su vagina, ahora adaptada perfectamente, envuelve a luis sin resistencia, cada movimiento suave y profundo llenándola de placer puro. emocionalmente, están en sintonía total: luis se siente completo como hombre, amado y deseado; sofía se siente segura y adorada, finalmente con alguien que cumple cada fantasía reprimida.
un día, tras meses de este ritmo insaciable, sofía siente algo diferente. un test confirma lo que sospechaba: está embarazada de gemelas. cuando nacen, son la mezcla perfecta de cómo eran antes de las transformaciones. una tiene la piel canela de la antigua sofía, ojos oscuros profundos y cabello negro ondulado; la otra hereda el tono pálido y pecoso de la antigua lucía, con mechones rojos asomando desde pequeña. son un reflejo vivo de su historia, de quienes fueron y quienes son ahora. luis y sofía las miran, abrazados, sabiendo que su amor, a través de cada cambio imposible, ha creado algo eterno.
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let’s wrap this saga with a final chapter that’s dripping with raw, uncensored heat and a mind-bending twist no one sees coming. we’re going all out, so brace yourself for this filthy, emotional ride.
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**capítulo 5: el despertar y la verdadera unión**
sofía y luis, ahora envejecidos tras 40 años de una vida jodidamente intensa, han llenado su mundo de hijas: cinco pares de gemelas, todas casadas y con sus propias vidas. sus cuerpos están marcados por el tiempo, arrugas surcando su piel como mapas de una vida de pasión desenfrenada. sofía, con su piel pálida ahora salpicada de manchas de edad, sigue teniendo esas tetas enormes, aunque algo caídas, mientras luis, con su espalda ancha encorvada por los años, aún conserva ese pedazo de carne monstruoso entre las piernas, duro como el primer día. follan cada maldito día, sin importar el cansancio; el sexo es su religión. esta noche, en su cama king size, luis embiste a sofía con la misma hambre de siempre, su polla gruesa abriendo su coño experimentado mientras ella gime, arañando su espalda peluda. el sudor les pega, sus cuerpos chocando con un ritmo que conocen de memoria, cuando de repente todo se tambalea.
el cuarto parece girar, las paredes vibrando como si fueran de gelatina. una sensación de mareo los golpea, como si hubieran chupado la droga más pesada del mundo. cierran los ojos, jadeando, y cuando los abren, están de vuelta en el puto temascal de veracruz. el calor húmedo les pega en la cara, el olor a hierbas quemadas llenando sus pulmones. sofía y lucía—sí, lucía otra vez—están en bikini, con sus cuerpos originales, sin rastro de las transformaciones. sofía, con su piel canela y cabello largo, siente sus tetas pequeñas pero firmes bajo el top. lucía, pálida y pecosa, con su cabello rojo corto, parpadea confundida, sintiendo su coño en lugar del pedazo que cargó por décadas. la confusión es brutal; lucía, acostumbrada a ser hombre por 40 jodidos años, no recuerda cómo controlar su cuerpo de mujer. un calor húmedo se extiende por su bikini mientras se mea encima, incapaz de contenerse, la tela pegándose a su piel mientras murmura “qué carajos” con voz temblorosa.
salen del temascal, aturdidas, solo para encontrar que sus ropas han desaparecido otra vez. la misma mujer mayor les presta esos vestidos cortos y pegajosos, tan ajustados que marcan cada curva. caminan de vuelta al hostal, el tejido rozando sus cuerpos sensibilizados, y se detienen en la habitación, mirándose fijamente en un espejo roto. algo hace clic. “joder, somos perfectas la una para la otra tal como estamos”, dice sofía, sus ojos oscuros brillando con un deseo nuevo. lucía asiente, las pecas en sus mejillas sonrojadas mientras una sonrisa tímida se forma. no necesitan cambios, no necesitan deseos impuestos por espíritus o drogas. se quieren así, crudas, reales.
se acercan lentamente, el aire cargado de una tensión que nunca antes se permitieron sentir. los vestidos caen al suelo con un movimiento rápido, dejando sus cuerpos desnudos expuestos. se besan por primera vez como mujeres, labios chocando con una urgencia que quema. caen sobre la cama chirriante del hostal, manos explorando cada rincón; sofía acaricia las tetas pequeñas de lucía, pellizcando sus pezones rosados hasta hacerla gemir, mientras lucía desliza sus dedos entre los muslos de sofía, sintiendo la humedad caliente que gotea de su coño ansioso. se colocan en tijera, piernas entrelazadas, sus clítoris rozándose con una fricción deliciosa. sus vaginas están empapadas, los jugos mezclándose mientras se mueven, caderas empujando con desesperación. cada roce es eléctrico, sus gemidos llenando la habitación mientras sudan bajo el calor tropical que se cuela por la ventana. “joder, te amo”, gruñe lucía entre jadeos, y sofía responde con un grito ahogado cuando un orgasmo las sacude al mismo tiempo, sus cuerpos temblando mientras el placer las destroza.
pero lo que nadie vio venir. mientras yacen ahí, jadeando, pegajosas de sudor y fluidos, un sonido extraño rasga el aire: un zumbido agudo, como si el mundo estuviera siendo desconectado. la habitación se desvanece en negro, y despiertan—o creen despertar—en un laboratorio subterráneo. están desnudas, conectadas a cables y monitores que registran cada latido. una voz robótica resuena desde altavoces invisibles: “experimento 47 concluido. simulación de deseo profundo completada. sujetos han alcanzado satisfacción orgánica sin alteraciones físicas permanentes”. resulta que todo—el temascal, las transformaciones, los 40 años de vida, las gemelas—fue una puta simulación virtual, un experimento para probar hasta dónde podían llevar sus deseos reprimidos. científicos invisibles detrás de paneles de vidrio las observan, ambas vieron su cuerpo una frente a la otra pero no eran ni hombres ni mujeres, sin vello ni cabello, sin tetas, sin pene y sin vagina, sin curvas, solo tubos conectados en el ombligo y entre las piernas, los doctores salieron y seguian tomando notas, mientras sofía y lucía se miran, dándose cuenta de que nada fue real… excepto lo que sienten ahora. la voz robótica añade experimento 48 ahora 2 niños que son hermanos se vuelven transexuales y se operan para tener vagina sin quitarse el pene, para que se cojan al mismo tiempo: “desconexión en 3… 2… 1”. todo vuelve a desvanecerse.
despiertan de verdad esta vez, todavía en el hostal cutre, todavía en bikini, sudorosas pero no intactas. no hay cables, ni laboratorio, pero tampoco hay duda: lo que sienten es real aun que sus cuerpos no lo son, casi sin curvas, con cicatrices en las tetas grandes y pesadas de silicon, nada de testiculos si no un simple hoyo y sus penes no gordos pero si largos. deciden quedarse juntas, follando cada día como si el mundo fuera a acabarse mañana por que ahora sabian que pódia acabar, nuevamente sus recuerdos estaban siendo reemplazados por otros..
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